Búsqueda de fragancias que caracolean en el tiempo de sonrisas que anidan esperanzas...del lenguaje que dé solidez al verso y la prosa...de entregas, silencios y de una mística en la belleza, que resuman dignidad y respeto a la palabra.

Beatriz Mattar de Vergara

sábado, 30 de noviembre de 2013

Myriam Lucía Taverna


INTERACCIÓN                 
(Recuerdo de un día de invierno)

 Observaba… te veía ¡tan sola!
¡tan pequeñita y frágil
en medio del tumulto del segundo recreo!
Una raída blusa, la pollerita corta,
los zoquetitos viejos,
apenas te cubrían pero no calentaban
la desnudez de tu alma 
ni el frío de tus huesos.
Extendiendo mi mano acaricié tu pelo,
te abracé despacito,
te ofrecí un caramelo
y al besarte la frente
te atraje hacia mi pecho.
Un milagro redondo
se produjo al momento,
mi piel te fue entregando           
el calor de mi cuerpo.
Entonces sonreíste,
circundaste mi cuello,
sentí que la ternura
nos estaba envolviendo
y tu boca pringosa dejó sobre mi rostro
un rosario de besos.

Yo, la maestra adulta,
me hice niña de nuevo.

Myriam Lucía Taverna

Mención Especial Género Poesía
Concurso Literario Hugo Wast 2013
Instituto Parroquial “Gustavo Martínez Zuviría”
50 años educando en la fe
Las Varillas (Cba.), Noviembre de 2013


Jorge Emilio Bossa


REDENCIÓN


        De pronto, la fiesta se acabó. Se aguó en los negros y húmedos ojos de Lucía. Pablo ya no pudo seguir adelante. Una mirada extraviada, melancólica, lo inhibía. Sintió que sería un miserable si tomaba posesión de ese paraíso usurpado, rentado por el mismo diablo.
         Lucía era una hermosa doncella de cuerpo curvilíneo, piel trigueña y larga cabellera azabache. Digno cierre para una noche de juerga. Pero sus negros fanales lo detuvieron, apaciguaron sus bríos repentinamente. Aquellos ojos parecían decir lo que su carnosa boca callaba… un ahogado pedido de ayuda.
         Pablo se acercó a ella con delicadeza. La abrazó en silencio y besó su arriada frente. Luego dejó que lentamente pasara el tiempo, sin asaltar la intimidad de su compañera, a pesar de haber pagado por ella.  Lucía, trémula, sollozaba en sus brazos. Pero no dijo una sola palabra. El miedo la amordazaba.
         Cuando el reloj marcó el final de la cita, él se despidió susurrando una promesa a su oído… ¡Voy a sacarte de aquí!
         Los abismales ojos de Lucía se clavaron en la figura de Pablo, recortada en el umbral de su claustro. Ahora ya no solo temía por su propia vida, sino también por la de aquel perceptivo muchacho.
         Cuando la plateada barca de la luna finalizó su trayecto, la joven se quitó el ropaje de humillación que la cubría y quiso dormir. Pero no pudo hacerlo. Se levantó de su lecho, se acercó a su ventana y miró ese pequeño fragmento de cielo que se filtraba por una rendija. Le pidió que consume el milagro largamente esperado. Y que ilumine y proteja a su paladín.
         Pasadas unas horas, la justicia se encargó de la redención. Lucía pudo ver el sol en su plenitud, en reemplazo de aquellos míseros jirones del astro asaltando tímidamente su reclusión. Luego que ello ocurriera Pablo se reencontró con la muchacha y la abrazó nuevamente, ahora con vigor.
         Aquella noche pudo haber sido el amo de su cuerpo, por una precaria porción de tiempo. Ahora es el dueño de su corazón. Y de sus abismales ojos negros.

Jorge Emilio Bossa

Segundo Premio Género Cuento Corto
Concurso Literario Hugo Wast 2013
Instituto Parroquial “Gustavo Martínez Zuviría”
50 años educando en la fe
Las Varillas (Cba.), Noviembre de 2013


SUEÑOS DESANGRADOS

Un trozo de luna
con forma de cuna
se mece en el cielo
y asila los sueños
que no tienen dueño,
culpa del desvelo.

La noche está triste
y de luto viste
a su nueva pena,
porque en un hogar
se han vuelto a aplazar
las noticias buenas.

Tras cuatro semanas
soñando con nanas
se ha desangrado
de nuevo el anhelo,
ese viejo anhelo
siempre relegado.

Una esposa joven,
al ver que su abdomen
no admite expansión,
maldice su suerte
y una nueva muerte
de la ilusión.

Mas sabe que un día
tendrá la alegría
que hoy no alcanza,
sin más ríos rojos
lavando despojos
de la esperanza.

Entonces al cielo,
guardián del desvelo,
le implora ser cuna
el próximo mes,
de una buena vez,
como aquella luna.

Jorge Emilio Bossa

Mención Especial Género Poesía
Concurso Literario Hugo Wast 2013
Instituto Parroquial “Gustavo Martínez Zuviría”
50 años educando en la fe
Las Varillas (Cba.), Noviembre de 2013