Integrantes de “Letras y Sonidos” premiados en el
Noveno Certamen Literario Regional “Arrojando palabras al cielo”
Estación Matilde (Sta.
Fe), Septiembre de 2015.
UNA HUMILDE TINAJA
Un
joven integrante de una tribu que habitó en la zona mesopotámica imaginó poder
hacer, con la arcilla rojiza de su aldea, hermosas tinajas y vasijas. Su primer
intento resultó desalentador, sus manos torpes no sabían de bellas formas. Así
nací, grande y malformada. Por eso, durante mucho tiempo estuve en un rincón,
usada para guardar semillas que recolectaban para su subsistencia.
Los
extranjeros que llegaron a colonizar estas tierras, traían junto a ellos a los
Jesuitas, una congregación religiosa cuya misión era evangelizar e instruir a
los indígenas en el arte de cultivar la tierra y aprender otros oficios.
Viendo las habilidades del
joven alfarero, fabricaron un precario torno donde aprendió a modelar preciosas
vasijas que luego vendía por los caminos. Algunas veces me llevaba, con la
esperanza de deshacerse de mí, pero nadie se fijaba en mi fealdad.
Con las ventas logró comprarse un
carro y dos bueyes. Apretujados llegábamos al poblado, donde tenía mucho éxito
con la venta de mis compañeros. Mi cuerpo, grande y pesado, le demandaba mucho
esfuerzo para bajarme del carro. Resbale y caí al suelo donde se astilló mi
costado y recibí muchos raspones. Enojado me ocultó tras un arbusto. Quiso mi
suerte que un hombre blanco, bien vestido, que dijo ser artesano me descubrió,
se acercó, me observo por todos los costados, palpó mis paredes, luego pidió
precio.
Mi dueño con alivio dijo:
“Nada, es suyo, lléveselo amigo”.
Viajamos un día entero en su
carro. Al llegar me depositó en una habitación llena de extraños olores y
tarros de colores. Con mucha delicadeza comenzó a restaurar mis heridas, curó
mis raspones con mimos y luego de pulir muy bien mis aristas, me pinto con
estos hermosos colores que luzco. Para mi eterno orgullo, decidió darme en
ofrenda a su venerada Virgen de Itati y acá estoy, custodiando la entrada al
templo y disfrutando con las muestras de aprecio de los visitantes.
Hoy es el día más esperado,
desde todos los rincones del país llegan fervorosos devotos para agradecer y rogar
por la salud y las buenas cosechas. Muchos de los presentes son humildes
descendientes de la raza que pobló estas tierras generosas y altivas.
Y yo, desgastada por soles y
vientos, me siento afortunada. Albergo en mi interior a una preciosa planta
autóctona que en estos días florece con gran esplendor y sigo firme en mi
puesto, con muchas historias a cuestas, y siempre recordando las palabras del
Principito:
“Lo esencial es invisible a los ojos”
Teresita Bovio Dussin
Segundo Premio Género Cuento
POETA
Ser Poeta es una Gracia,
es un carisma de Dios,
es ponerle oídos al mundo
y al paisaje voz.
Ser Poeta es asombrarse
frente a un ceibo o un
ciprés,
lo mismo que ante un cóndor,
una oruga o un ciempiés.
Ser Poeta es tomarle
el pulso al amanecer,
cuando el zorzal te despierta
con su canto sin querer.
Ser Poeta no es preciso
para cantarle al amor,
el amor es poesía
y poesía mayor.
Ser Poeta en cierto modo
es poseer libertad como el
Creador,
que creó el mundo de la nada
y lo vistió de color.
Ser Poeta es sentirse humano
y decir de la vida sin temor,
entre victorias y derrotas,
ser voz, aunque le cause
dolor.
Su existencia es un poema
y el testimonio mayor,
que nos deja como ejemplo
la grandeza de su amor.
Lidia Berta Fortuna
Primer Premio Género Poesía
RECUERDOS
Cual dos extenuadas águilas
se agitan,
sobre la dura escarcha de las
aguas.
Se mueven arduamente, hacen
espuma,
enrojecidas hasta sangrar
sobre la tabla.
Manos hacendosas,
incansables, amorosas.
Lloran los techos de chapa
sus desdichas.
Repiquetea la lluvia, ruge el
viento.
Horizonte blanqueando en
gélida mañana.
Hombres y bestias al campo ya
se lanzan.
Polvaredas, surco abierto a
la mies fecunda,
aves famélicas en incesantes
vuelos,
siguen el paso del labriego y
su esperanza.
Horno de barro humeante allá
en la casa,
rutinaria impronta de
cansancios amasados.
Reconfortante aroma a pan
caliente.
Los niños juegan y cantan sus
rondas infantiles
bajo los perfumados paraísos
florecidos.
Solo recuerdos de una
infancia tan lejana,
inocente, entrañable de
amores infinitos.
Henchida mi alma de
nostalgias imborrables.
En la apoteosis del génesis
de mi vida.
Allí están ellos, en el altar
mayor del templo.
Mis padres, sus enseñanzas,
sus ejemplos.
Gracias vida por impregnar mi
corazón
de tan profundos y mágicos
recuerdos.
Inés Quilez de Monge
Segundo Premio Género Poesía
SE ALQUILA ESTA
CASA
Según el
contrato,
el antiguo
usuario dejó varios muebles...
al entrar, un
aroma a lilas evoca recuerdos.
Un reloj antiguo
que detuvo el tiempo y
un gato siamés
maulla al silencio.
Aturdida, tropiezo con algo en la
oscura sala…
Es una mesita, en ella reposan
antiguas revistas,
mil veces miradas...
Cruzo
el pasillo y empujo la puerta entornada.
Chirrian las bisagras secas y
oxidadas.
Es el dormitorio que luce ese toque
de... ‘cosa intocada’,
la cama desnuda, solo hay dos
almohadas, chatas y ajadas.
Las ventanas tristes, opacas,
cerradas,
donde el sol no entra a entibiar la
cama.
Abro el ropero, vuelan las polillas.
En el piso, dos cajas azules duermen
olvidadas,
unas cuantas perchas, cuelgan
desahuciadas
Un jardín caduco, las hierbas
marchitas, macetas vacías…
Esa soledad de pena me embarga.
¿Será que sus dueños, se llevaron de
la casa el alma?
Pienso en mi morada, colmada de risas
y llantos.
Allí el limonero, gozoso perfuma de
azahares el patio.
Siempre brilla el sol sobre los
rosales,
pintando los días color esperanza.
Me marcho amargada.
Al cerrar la puerta
ya no he de pensarlo...
No acepto el contrato.
Teresita Bovio Dussin
Mención en Poesía