Búsqueda de fragancias que caracolean en el tiempo de sonrisas que anidan esperanzas...del lenguaje que dé solidez al verso y la prosa...de entregas, silencios y de una mística en la belleza, que resuman dignidad y respeto a la palabra.

Beatriz Mattar de Vergara

miércoles, 28 de agosto de 2013

Inés Quilez de Monge

POEMA A LA PAZ

Si ves brillar estrellas en noches obscuras
y a quien te necesita tu ayuda le das,
estarás esparciendo, aún sin darte cuenta,
en campos expectantes, tu simiente de paz.
No devuelvas odios a quien te los arroje,
cual piedra ignominiosa, que hiere al estallar.
Devuelve bellas flores, de las más perfumadas,
y así sin persuadirte en tierra desbordada,
derramarás tu ejemplo, en  semillas de paz.
No culpes al hereje, que ofensas no perdona.
Apiádate del hombre que no recibió amor.
No podrá amar a otros, con alma apasionada
y corazón sincero, aquel que en su camino,
jamás alguien lo amó.
Sigue abriendo surcos, abonando la tierra,
camina por la vida sembrando obras de bien,
y ese campo fértil que es el mundo
recibirá tu impronta,
y tu mensaje pacífico también.
A ti poeta humilde y cancionero,
maestro, trabajador, profesional,
elevemos todos juntos hasta el cielo,
¡nuestros más hermosos versos a la paz!

Inés Quilez de Monge

Mención
V Concurso Poético Internacional - UPF Argentina
“El amor universal como camino hacia la paz”
Adhesión al Día Internacional de la Paz 2013





miércoles, 14 de agosto de 2013

Myriam Lucía Taverna

Un cactus florecido es de por sí todo un canto de esperanza

En la tierra agreste, áspera bravía,
barrida por vientos casi diariamente,
creces solitario, erguido, porfiado,
y esperas paciente.
Eres cual las gentes que pueblan los valles
o las altas cumbres de mi patria amada
en el noroeste,
gente acostumbrada a pedir ¡tan poco!
que no pide nada.
Gente que posee la mirada pura por mirar el cielo,
la mirada mansa,
las manos ajadas de labrar la tierra
o de arriar las cabras,
de cuidar vicuñas y de ordeñar llamas.
Eres como ellos,
observas confiado los días que pasan.
Y un día cualquiera...
te hierve la savia,
te cosquilla adentro la vida que guardas
y como un milagro de la Pachamama
te llenas de flores
que Ella, te regala.


Myriam Lucía Taverna

Tercer Premio
XII Concurso Nacional de Poesías
“Fiestas Mayas”
Villa Nueva (Cba.), Junio de 2013

jueves, 8 de agosto de 2013

Integrantes de "Letras y Sonidos"




Arte sobre arte

Obras literarias inspiradas en pinturas de Luis Taverna y esculturas de Franco Taverna...


REFLEJOS
                            
La luna enmarañada en los tules
de nubes recién  anochecidas,
rompe el oscuro manto de la noche
y baña con su luz el caserío
que en las orillas del río se adormece.

Un aquelarre de cintas de colores
ondean en las aguas con las olas
y estallan como fuegos de artificio
en una esplendorosa ceremonia.

Tan humildes las casas, tan sencillas,
tantas historias de vida entre sus muros,
durante el día, tan frágiles al verlas,
mas en la noche, la magia de la luna
las ilumina con brillos y colores.

¡Tanta belleza en el modesto suelo!
¡Tanta riqueza en el paisaje pobre!

Alma Carrión de Dal Bó



EL PESCADOR

El salobre mar y el aire
curtieron tu piel morena,
pescador de largas noches
embriagadas de desvelos.
Amanece y se desploman
tus tristes ojos de cielo.
Caña, carnada y anzuelo,
sigue tu diario esperar.
A veces tu pipa empuñas,
y la besas con pasión,
compañera tibia y dulce
que abraza tu corazón.
Reza, pescador humilde,
que no se turbe tu paz,
ya que por estar silente,
no te permites cantar.
Mas tu paciencia perdura,
esperas poder llenar
los sacos de tu sustento
con esos frutos del mar.

Inés Quilez de Monge




EL LOCO

El tema es: ingenio o locura
no me detendré para averiguar
y lo dejo para el que sabe pintar,
en ese arte pondrá toda su altura.

Pero alguien se parará para mirar
la  creación, admirará con soltura
imponiendo el valor de su cultura,
tomará su tiempo, para analizar.

Plasmó a Van Gogh con sus girasoles,
retiene del pintor cierto boceto
usa con técnica sus arreboles.

Es muy ducho, guarda bien su secreto
estampa con certeza los bemoles
y feliz es, ha superado el reto.

Plácido Lorenzo Bruno




LA VENDEDORA DE FLORES

En una cálida noche de otoño
los grillos ensayan monótonos cantos.
Camina una niña, llevando en sus manos
un ramo de flores, de tonos variados.
Su mirada es triste y sus pasos rápidos.
Recorre las calles, cruza los umbrales.
Sus labios pronuncian palabras afables…
¿desea buen hombre obsequiarle flores a su bella dama?
Recorre las mesas, repite palabras,
 sonríe de a ratos, la venta es escasa.
La noche se enfría y en el firmamento brillan los relámpagos.
La niña lo observa con su rostro pálido.
Regresa a su nido, como lo hacen los pájaros.
Y en su alcoba humilde, en su lecho cálido,
se duerme la niña, ya no siente pánico.
Llega la mañana, despierta temprano.
Escucha la música, como cada día entra a su ventana.
Sale del convento que está a media cuadra.
Las novicias ruegan a Dios con sus cánticos.
Ella saborea sus mates amargos,
  algunos bizcochos que estaban guardados.
Vuelve a su tarea, abraza su ramo.
Esos suaves pétalos les rozan sus manos.
Sigue su rutina con risa forzada
y de tanto en tanto, enjuga sus lágrimas.
Y cada mañana escucha los cánticos
de aquellas novicias de la media cuadra.

Inés Quilez de Monge



SUMISIÓN

La historia se repite.
Otra vez él la golpea.
Embiste contra su cuerpo
con despiadada violencia
mientras ella, en silencio,
soporta una nueva afrenta.
Quizás lo haga sabiendo
que más tarde, con certeza,
él transformará en ternura
lo que ahora es vehemencia
y acariciará su vientre
con erótica destreza.
Quizás lo haga por amor,
por ese amor que la ciega
y la llevó hasta sus brazos
en una tarde de fiesta;
cuando nada presagiaba
la inminente tragedia.

Él ahora la exhibe
como un trofeo de guerra
y la mima y la maltrata
a su modo, en la arena,
donde la encalló una noche
en medio de la tormenta.
Allí le mostró su furia
y la hizo prisionera
de la pasión tan versátil
que a diario le demuestra.
Ella, en cambio, a su suerte
se entregó sin resistencia.
Su osamenta derruída
pacientemente espera
las caricias en su vientre
por las mañanas serenas.
Y la playa, mientras tanto,
en su cicatriz alberga
aquel eterno romance
entre el mar y la goleta.

Jorge Emilio Bossa