Búsqueda de fragancias que caracolean en el tiempo de sonrisas que anidan esperanzas...del lenguaje que dé solidez al verso y la prosa...de entregas, silencios y de una mística en la belleza, que resuman dignidad y respeto a la palabra.

Beatriz Mattar de Vergara

viernes, 20 de diciembre de 2013

Norma Leonor Degano


LIBERACIÓN


El día amaneció con cielo encapotado, el olor a lluvia se percibía en el ambiente luego de varios meses de sequía.
Es el momento propicio para quedarme en casa tomando mate y comiendo fritos, además de acomodar el altillo. Porté enceres de limpieza, bolsas de residuos, cogí termo, el mate y con mi pitanza allí me dirigí.
Es el instante de deshacerme de muchas cosas. Con esta limpieza, no sé por qué, estoy convencida que también mi alma quedará aseada y libre de recuerdos.
El olor a moho torna la atmósfera irrespirable, abro la ventana y dejo que entre el aire. Con la primera ráfaga veo agitarse las hojas de un cuaderno que está abierto sobre unos de los estantes del viejo aparador que perteneció a mi abuela.
 La curiosidad me desborda llevándome hacia el lugar, tomo el borrador entre mis manos, con suaves soplidos despejo el polvo acumulado y comienzo a hojearlo. Enseguida reconozco la letra de quien escribiera esas líneas y sin dudar, inicio la lectura. 
No intentes escabullirte,  no te va a servir de nada, a la vista está todo lo que has hecho.
Te he visto al igual que otros, salir noche tras noche de la casa de aquella encendida muchacha que otrora lapidabas con motes despectivos. Ahora comprendo que ello era sólo una mera argucia para despistar a esta incauta, que ciegamente creía en ti y en el amor que solías dispensarme.
El verano y sus tórridos días, desintegran sin prisa pero sin pausa, el sentimiento que me unía a ti.
Ídolo de barro, te evaporaste con las lágrimas que derramé.
Cierro el cuaderno, con inusitada fuerza lo arrojo dentro de la bolsa.
Mi alma comenzó a soltar amarras.

Norma Leonor Degano

viernes, 6 de diciembre de 2013

Beatriz Mattar de Vergara


VIEJA ESQUINA

Parpadean los recuerdos
en tu mirada austera
y el ladrillo queda,
pensativo,
en su vetusta pared.
El polvo que resbala,
salpicón de grietas,
es símbolo del tiempo
que ágil ya se fue.
Y, ebrio, entre sus ramas,
el árbol de la esquina,
atardece juglaresco,
cantando a la vejez

Sin fuerzas, la ventana,
se abre lentamente,
y con rezos de crepúsculos
rocía mi niñez…
Las voces de muñecas,
la danza de patines,
y la ronda farolera
o su paso al revés.

Nubecita de recuerdos,
vieja esquina, yo te canto
vos supiste de mi madre
cuando al cielo se marchó…
Oración de mi pasado,
en la ausencia,
en las lágrimas
que hoy maduran en mi ser

Beatriz Mattar de Vergara

lunes, 2 de diciembre de 2013

Alma Carrión de Dal Bo


EL DESPERTAR

   El ómnibus transita por la ruta angosta, árida, polvorienta. El sol parece herirla con su calor. La tierra es como un rostro ajado, triste, áspero, surcado de arrugas que son las hendiduras que le han socavado los vientos y las sequías.
   El paisaje que se va deslizando tras las ventanillas es, por momentos, monótono. Extensas planicies desoladas,
salpicadas, aquí y allá, por enormes cardones, cactus y arbustos marrones achaparrados, también alguna que otra casa lejana, rodeada de tímidas pinceladas verdes, pequeñísimos sembradíos de maíz, ajo o coca. Después, la meseta acre, continua, algunos salitrales y, a lo lejos, cumbres elevadas, quizás volcanes ya muertos.
   Los ojos de Nicolás, increíblemente celestes, están ávidos por rescatar cada detalle de esa puna que tanto deseaba conocer.
   Experimenta una mezcla de expectación y plenitud. Es joven, le espera un proyecto de trabajo en Bolivia, donde debe presentarse en  algunos días más. Acaba de obtener el título de ingeniero, que había sido su sueño y el de sus padres. Una conmoción dolorosa le sobrecoge al recordar que, hace poco tiempo atrás, fallecieron en un accidente. Ahora ha logrado su sueño, pero está lamentablemente solo.
   La chatura de la planicie va quedando atrás, se insinúan las primeras estribaciones de las serranías. Allá, a lo lejos, como fondo, las altísimas montañas rayadas, debido a los distintos colores de los minerales, tierras y arcillas con que fueron configuradas. El estallido del sol en las piedras, una eclosión de colores, una impronta increíble que grita  la magnificencia de lo creado  y qué maravilla a Nicolás.
   Algunos pasajeros comienzan a sentir los efectos del apunamiento.
   Empieza el camino de cornisa, una curva, el sol que restalla en el vidrio del parabrisas, tal vez enceguece al conductor, que no ve adelante, el camión que se acerca. El ruido es increíble, sacude el silencio de la soledad.
   El ómnibus da vueltas, cae un poco más abajo del camino y queda quieto, como un pájaro desgajado en su vuelo. Bolsos, valijas, ropas, papeles, desparramados a su alrededor. Algunos gritos sofocados, que se pierden en la árida y desierta inmensidad.
Quizás Nicolás no siente el golpe en la cabeza, quizás sólo le sorprende la nefasta nube de inconsciencia que lo va envolviendo. Los párpados, como un telón que baja lentamente, cubren, al fin sus ojos, increíblemente celestes.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 
   Pedro hace un alto en su fajina diaria, últimamente se ha sentido raro, cansado. Se sienta en un viejo banco, mira sus manos oscuras, sarmentosas, endurecidas por las callosidades que se fueron formando con tanto manipuleo de piedras para hacer pircas, cortando cardones y trabajando la tierra dura, seca, dominios de la Pacha Mama, que se abre ávida para recibir las dádivas generosas, pero que se muestra hostil, esquiva para la siembra. Tal vez está cansada, por eso, él apenas puede cosechar algo de patatas o maíz entre sus ásperos terrones. Ese ha sido siempre su trabajo, no sabe hacer otra cosa pues apenas aprendió a escribir su nombre.
   Pedro se siente cansado, los años han fracturado su fortaleza y sus reservas físicas. Últimamente, algo bulle en su interior, algo raro, desconocido. Su mujer, “la Tola”, se mueve lentamente, también para ella han pasado los años. Pedro la mira, siempre sumisa, callada, indiferente, piensa en los largos treinta años que están juntos, piensa en sus dos hijos que están en San Salvador de Jujuy, donde los mandó a estudiar para que en el futuro no sean ignorantes, como él, piensa en su pasado sin historia, pues no tiene recuerdos de su familia ni de su origen.
   Su mujer lo llama desde el interior de la casa, se escucha el crepitar del fuego, se mezclan los olores del humo y del cocido de maíz.
   Desde su humilde casa de barro, tan pobre, tan miserable, se pueden observar los picos tremendos, coloridos, que se recortan en un cielo, pincelado, apenas, de rosa y oro.
   Lentamente, la oscuridad va cubriendo el lugar, la temperatura baja notoriamente.
   Pedro se levanta con esfuerzo, hace un movimiento instintivo con la cabeza, para no golpearla con el dintel de la baja y estrecha puerta y entra, tan silencioso como estaba afuera, tan silencioso como siempre, tan silencioso como ha vivido.
   Rechaza la comida, le duele la cabeza.”La Tola”, con su rostro impenetrable, retira el plato sin pronunciar palabra y comienza a comer sola.
   Pedro se tira en un camastro, se siente abatido, raro, tiene la sensación de que en su cabeza  hay cables eléctricos que producen chispas, esa sensación le angustia y lo martiriza durante horas. Finalmente, logra dormir.
   Un débil rayo de luz,  que entra por una ventana a medio cerrar, lo despierta, Pedro se levanta aturdido, “la Tola” duerme su cansancio y su misterio, en la vieja cama matrimonial, él está todavía vestido, sale al patio. El día se insinúa apenas, vuelve el dolor de cabeza, la toma con sus manos ásperas y permanece un momento así, después abre los ojos, su confusión es total, no logra precisar claramente donde está ni que hace allí. Una tribulación tremenda le invade y con ella, un miedo pavoroso. Se acerca a un trozo de espejo que cuelga de un clavo, en la pared,  donde suele afeitarse, se mira con temor, el espejo le devuelve la imagen de un rostro enjuto, oscuro, arrugado y de unos cabellos escasos, totalmente blancos.
   Pedro camina en dirección a las montañas de colores. El sol, que juguetea entre sus picos, desparrama su luz, descubriendo la belleza agreste y cotidiana, del lugar donde él transcurrió la mayor parte de su vida; levanta sus brazos, un grito desgarrador, casi un aullido, corre por la inmensidad, pega en las piedras y el eco se funde con los otros gritos que le siguen.
   La mansedumbre de su mirada, se convierte en fiereza, cuando eleva al cielo sus ojos, increíblemente celestes.

Alma Carrión de Dal Bo

Tercer Premio Género Cuento Corto
Concurso Literario Hugo Wast 2013
Instituto Parroquial “Gustavo Martínez Zuviría”
50 años educando en la fe
Las Varillas (Cba.), Noviembre de 2013

sábado, 30 de noviembre de 2013

Myriam Lucía Taverna


INTERACCIÓN                 
(Recuerdo de un día de invierno)

 Observaba… te veía ¡tan sola!
¡tan pequeñita y frágil
en medio del tumulto del segundo recreo!
Una raída blusa, la pollerita corta,
los zoquetitos viejos,
apenas te cubrían pero no calentaban
la desnudez de tu alma 
ni el frío de tus huesos.
Extendiendo mi mano acaricié tu pelo,
te abracé despacito,
te ofrecí un caramelo
y al besarte la frente
te atraje hacia mi pecho.
Un milagro redondo
se produjo al momento,
mi piel te fue entregando           
el calor de mi cuerpo.
Entonces sonreíste,
circundaste mi cuello,
sentí que la ternura
nos estaba envolviendo
y tu boca pringosa dejó sobre mi rostro
un rosario de besos.

Yo, la maestra adulta,
me hice niña de nuevo.

Myriam Lucía Taverna

Mención Especial Género Poesía
Concurso Literario Hugo Wast 2013
Instituto Parroquial “Gustavo Martínez Zuviría”
50 años educando en la fe
Las Varillas (Cba.), Noviembre de 2013


Jorge Emilio Bossa


REDENCIÓN


        De pronto, la fiesta se acabó. Se aguó en los negros y húmedos ojos de Lucía. Pablo ya no pudo seguir adelante. Una mirada extraviada, melancólica, lo inhibía. Sintió que sería un miserable si tomaba posesión de ese paraíso usurpado, rentado por el mismo diablo.
         Lucía era una hermosa doncella de cuerpo curvilíneo, piel trigueña y larga cabellera azabache. Digno cierre para una noche de juerga. Pero sus negros fanales lo detuvieron, apaciguaron sus bríos repentinamente. Aquellos ojos parecían decir lo que su carnosa boca callaba… un ahogado pedido de ayuda.
         Pablo se acercó a ella con delicadeza. La abrazó en silencio y besó su arriada frente. Luego dejó que lentamente pasara el tiempo, sin asaltar la intimidad de su compañera, a pesar de haber pagado por ella.  Lucía, trémula, sollozaba en sus brazos. Pero no dijo una sola palabra. El miedo la amordazaba.
         Cuando el reloj marcó el final de la cita, él se despidió susurrando una promesa a su oído… ¡Voy a sacarte de aquí!
         Los abismales ojos de Lucía se clavaron en la figura de Pablo, recortada en el umbral de su claustro. Ahora ya no solo temía por su propia vida, sino también por la de aquel perceptivo muchacho.
         Cuando la plateada barca de la luna finalizó su trayecto, la joven se quitó el ropaje de humillación que la cubría y quiso dormir. Pero no pudo hacerlo. Se levantó de su lecho, se acercó a su ventana y miró ese pequeño fragmento de cielo que se filtraba por una rendija. Le pidió que consume el milagro largamente esperado. Y que ilumine y proteja a su paladín.
         Pasadas unas horas, la justicia se encargó de la redención. Lucía pudo ver el sol en su plenitud, en reemplazo de aquellos míseros jirones del astro asaltando tímidamente su reclusión. Luego que ello ocurriera Pablo se reencontró con la muchacha y la abrazó nuevamente, ahora con vigor.
         Aquella noche pudo haber sido el amo de su cuerpo, por una precaria porción de tiempo. Ahora es el dueño de su corazón. Y de sus abismales ojos negros.

Jorge Emilio Bossa

Segundo Premio Género Cuento Corto
Concurso Literario Hugo Wast 2013
Instituto Parroquial “Gustavo Martínez Zuviría”
50 años educando en la fe
Las Varillas (Cba.), Noviembre de 2013


SUEÑOS DESANGRADOS

Un trozo de luna
con forma de cuna
se mece en el cielo
y asila los sueños
que no tienen dueño,
culpa del desvelo.

La noche está triste
y de luto viste
a su nueva pena,
porque en un hogar
se han vuelto a aplazar
las noticias buenas.

Tras cuatro semanas
soñando con nanas
se ha desangrado
de nuevo el anhelo,
ese viejo anhelo
siempre relegado.

Una esposa joven,
al ver que su abdomen
no admite expansión,
maldice su suerte
y una nueva muerte
de la ilusión.

Mas sabe que un día
tendrá la alegría
que hoy no alcanza,
sin más ríos rojos
lavando despojos
de la esperanza.

Entonces al cielo,
guardián del desvelo,
le implora ser cuna
el próximo mes,
de una buena vez,
como aquella luna.

Jorge Emilio Bossa

Mención Especial Género Poesía
Concurso Literario Hugo Wast 2013
Instituto Parroquial “Gustavo Martínez Zuviría”
50 años educando en la fe
Las Varillas (Cba.), Noviembre de 2013

viernes, 29 de noviembre de 2013

Beatriz Mattar de Vergara


TIEMPO Y PALABRA

Se trenzan las ideas…
Adornan mi íntimo castillo,
y en él
se desgajan como ramas confidentes.
Las imágenes esperan
y asoman las metáforas
para dar belleza al verso.

Ayer… Hoy…
Busco llanuras
labradas con misterios…
las incógnitas que gimen,
los rocíos que templan,
la llama que se aviva
en la piedra que pule
y en ella, la PALABRA
que despierta y me dice:
¡Estoy! ¡No me dejes!

El tiempo me la entrega
en la alabanza del jazmín
que toma forma en mi castillo,
en la embriaguez del trigo,
borracho de harina…
en el leño desflecado,
tentador natural
del poema que nace.

Día y noche…
espontáneo encuentro
de huellas que tallan
las acacias del siglo
GUARDAN
la esencia AZUL
que yo atrapo
en mi castillo interior.


Beatriz Mattar de Vergara

jueves, 28 de noviembre de 2013

Cierre de actividades 2013



De pie: Celina Giay, Franco Taverna (anfitrión por La Casa de Los Artistas), Raúl Rodríguez Olezza, Jorge Emilio Bossa, Plácido Lorenzo Bruno, Norma Leonor Degano, Inés María Quilez de Monge y Adriana Mónica Roelofs.
Sentadas: Dora Giay, Alma Carrión de Dal Bó, Raquel Bussi de Bruera, María Elisabeth Noria Martínez, Myriam Lucía Taverna (Coordinadora), Myriam Graciela Pesassi y Beatriz Mattar de Vergara.




jueves, 21 de noviembre de 2013

Raúl Rodriguez Olezza


GRACIAS AMIGOS!!

El dulce aire de la tierra madre 
exhala su aroma suavemente, sobre laderas, ríos y desde las cimas nos observa en la vida unidos, disgustados, en guerras, alegres, díscolos y extraviados.
Somos capaces de ser puerto para los demás, simplemente para asir amarras sin dejar hacer tierra a los demás descubriendo con el tiempo desde la oscuridad, que siempre hay un nuevo día, una oportunidad.
Ello es luz, esperanza y felicidad, para emprender caminos con nuevos seres que brindan amistad, encontrando desde ellos, el rincón que no olvida la infancia, la vicisitudes, recuerdos, idealizando lugares, amores e ilusiones, dándonos empuje para escribir beldades que solamente los enamorados de las letras saben apreciar y por ello disímiles escrituras se estampan en papel para los demás.
Con ustedes estoy recorriendo un camino adyacente de mi alma, agradecida a tanta gracia que la vida me depositó junto a escritores que cambiaron mi caudal humano, y así, de manera tal, les doy mis manos en este lugar donde existe la fantasía, la algarabía, la desazón y la razón.
Por ello en este paso por la vida al encontrarlos escribo como sé, henchido de alegrías mi corazón, descubriendo en las letras, que el concepto de amistad encierra, mucho más que solo compartir, también embarga cariño, respeto, consciencia y seriedad.
Gracias amigos del Taller literario “LETRAS y SONIDOS”, por dejarme ser parte de este grupo humano intelectual en esta travesía, donde se funde en un todo, escrituras sobre temas diferentes con la Gracia de transmitir señales desde el alma.
                                                                                
                                                                    Raúl Rodríguez Olezza

domingo, 17 de noviembre de 2013

Beatriz Mattar de Vergara


¡TANDIL ERES HERMOSA!


Romance de formas y colores
entre cerros y aromas susurrantes…
Plegaria de tilos y eucaliptos…
Arpegios matinales en el día que sonríe agitando
                         con ritmo,
                         el corazón que dice
                         ¡TANDIL ERES HERMOSA!

La cruz que redención derrama
abraza el dolor en la senda del Calvario
y en un cáliz que la fe levanta,
reviven piadosas las gracias jubilares.

Alegres tus naranjos y crespones,
con la ingenua caricia de la tarde
cobijan el paso bullanguero
de jóvenes que alientan tu futuro.

Austero el Centinela,
cumple fiel su misión de vigilante
mas, pide con un ruego que es sollozo
por su hermana, la caída Movediza.

Allá Miní con su sombra maldecida…
Allá el duro interrogante sin respuesta…
Allá Pedro DUFFORNET, el humilde pandereta
anunciando su muerte el mismo día
en que la Piedra Movediza,
                            desgarrada,
                            besó el suelo.

Hoy te canto Tandil por tu belleza
                   te canto por tu gente
                            por tu azul penetrante de poeta.

Porque eras en mi padre
un recuerdo emocionado
                            en sus pupilas…
porque eres en mi tiempo
la metáfora más cálida de la vida
                            en sus capullos.


Beatriz Mattar de Vergara

martes, 12 de noviembre de 2013

Inés Quilez de Monge


HUELLAS EN MÍ

 Palabras que aún suenan en mi mente,
cálida voz, mensajes definidos.
Sabiduría que marcara mi existencia
dándome valor para afrontar los desafíos.
Comprendí que los errores son humanos,
que perdonar cada ofensa lo divino,
entregar siempre amor con ambas manos,
bendecir cada día el sol o el frío.
Aprendí que el pecador no peca
por el solo placer de lo dañino,
lleva en su alforja los pesares de la vida
sin conocer el haber sido querido.
Quisiste trasmitirme tu experiencia,
para que mis pasos se hicieran más sencillos,
 aunque deba marchar sobre las piedras,
y sean crueles los preceptos del destino,
siga sonriendo siempre a mis hermanos
 tal vez ya porten ellos un martirio…
Tu continua docencia penetraba
cual semilla en el surco bien nutrido.
Percibí que la siembra se arraigaba,
desplegué en el andar ese cultivo.
Daré gracias al Señor eternamente
por las huellas que marcaron mi camino.

Inés Quilez de Monge

Sexta Mención
Parroquia San Cayetano - Quinto Certamen Literario
Tema: “Huellas en mí”
Pergamino (Bs. As.), Noviembre de 2013


jueves, 7 de noviembre de 2013

Raquel Bussi


EL BANDONEONISTA

Cada vez que miro ese farolito, la nostalgia

invade mi alma y me emociono porque lo asocio con el tango, música ciudadana de mi querido país: Argentina.
De pronto, sin que me dé cuenta, aparece tu imagen con el bandoneón desgranando notas que eran el deleite de los transeúntes que se acercaban a escucharte.
Hasta me parece ver tu cara, tus gestos..., tu mirada  como si estuvieras en otro mundo, en tu universo musical.
Muchacho humilde de los suburbios del Buenos Aires de largo tiempo atrás.
El Buenos Aires de los cafetines, de la percanta que un día se fue y te dejó, a ti, que creías saberlo todo sobre el amor.
¿Dónde estás bandoneonista? 
¡Cuántas historias de vida podrías contar...!
Por eso, cada vez que paso y veo ese farolito, me parece escuchar los suaves compases musicales que desgranaba tu bandoneón.
Y vuelvo a emocionarme al recordarte, humilde muchachito de arrabal.
                                                                                   
Raquel Bussi

lunes, 28 de octubre de 2013

Jorge Emilio Bossa


ANTES…

Llegaron a estas tierras por el mar,
como nuestros abuelos.
Pero ellos vinieron antes…
Antes que aquellos gringos laboriosos
hicieran de estas pampas un vergel.

Llegaron cuando la patria
comenzaba a ser patria,
cuando el sol de mayo
recién asomaba sus rayos
en el cielo del nuevo estandarte.
Fueron los primeros inmigrantes
en aquellos años donde la nación
era aún una ilusión.

Vinieron antes que el granero naciera,
pero sembraron otras semillas…
las de la independencia.
No roturaron la tierra
pero rompieron cadenas.

Como nuestros queridos gringos
nacieron en el viejo mundo
y murieron en el nuevo país
por el cual ofrendaron su sangre.
Fueron Holmberg y Bouchard,
fueron Brown y tantos más…
quienes junto a los criollos
lucharon por un ideal.

Ayudaron a arrancar la corona,
que a esta comarca oprimía,
para ser suplida luego
por una dorada diadema de espigas.

Fueron otros inmigrantes
aquellos bravíos guerreros
que vinieron antes…

Jorge Emilio Bossa

Mención Familia Trentina
Género: Poesía
Tema: El Inmigrante
Concurso Literario "Premios Farfalla"
Rafaela (Sta. Fe), Octubre de 2013