Obras literarias inspiradas en pinturas de Luis Taverna y esculturas de Franco Taverna...
REFLEJOS
La
luna enmarañada en los tules
de
nubes recién anochecidas,
rompe
el oscuro manto de la noche
y baña
con su luz el caserío
que
en las orillas del río se adormece.
Un
aquelarre de cintas de colores
ondean
en las aguas con las olas
y
estallan como fuegos de artificio
en
una esplendorosa ceremonia.
Tan
humildes las casas, tan sencillas,
tantas
historias de vida entre sus muros,
durante
el día, tan frágiles al verlas,
mas
en la noche, la magia de la luna
las
ilumina con brillos y colores.
¡Tanta
belleza en el modesto suelo!
¡Tanta
riqueza en el paisaje pobre!
Alma Carrión de Dal Bó
EL PESCADOR
El salobre mar y el aire
curtieron tu piel morena,
pescador de largas noches
embriagadas de desvelos.
Amanece y se desploman
tus tristes ojos de cielo.
Caña, carnada y anzuelo,
sigue tu diario esperar.
A veces tu pipa empuñas,
y la besas con pasión,
compañera tibia y dulce
que abraza tu corazón.
Reza, pescador humilde,
que no se turbe tu paz,
ya que por estar silente,
no te permites cantar.
Mas tu paciencia perdura,
esperas poder llenar
los sacos de tu sustento
con esos frutos del mar.
Inés Quilez de Monge
EL LOCO
El tema
es: ingenio o locura
no me
detendré para averiguar
y lo
dejo para el que sabe pintar,
en ese
arte pondrá toda su altura.
Pero
alguien se parará para mirar
la creación, admirará con soltura
imponiendo
el valor de su cultura,
tomará
su tiempo, para analizar.
Plasmó a Van
Gogh con sus girasoles,
retiene
del pintor cierto boceto
usa con
técnica sus arreboles.
Es muy
ducho, guarda bien su secreto
estampa
con certeza los bemoles
y feliz
es, ha superado el reto.
En una cálida noche de otoño
los grillos ensayan monótonos cantos.
Camina una niña, llevando en sus manos
un ramo de flores, de tonos variados.
Su mirada es triste y sus pasos rápidos.
Recorre las calles, cruza los umbrales.
Sus labios pronuncian palabras afables…
¿desea buen hombre obsequiarle flores a su bella dama?
Recorre las mesas, repite palabras,
sonríe de a
ratos, la venta es escasa.
La noche se enfría y en el firmamento brillan los
relámpagos.
La niña lo observa con su rostro pálido.
Regresa a su nido, como lo hacen los pájaros.
Y en su alcoba humilde, en su lecho cálido,
se duerme la niña, ya no siente pánico.
Llega la mañana, despierta temprano.
Escucha la música, como cada día entra a su ventana.
Sale del convento que está a media cuadra.
Las novicias ruegan a Dios con sus cánticos.
Ella saborea sus mates amargos,
algunos
bizcochos que estaban guardados.
Vuelve a su tarea, abraza su ramo.
Esos suaves pétalos les rozan sus manos.
Sigue su rutina con risa forzada
y de tanto en tanto, enjuga sus lágrimas.
Y cada mañana escucha los cánticos
de aquellas novicias de la media cuadra.
Inés Quilez de Monge
SUMISIÓN
La historia se repite.
Otra vez él la golpea.
Embiste contra su cuerpo
con despiadada violencia
mientras ella, en silencio,
soporta una nueva afrenta.
Quizás lo haga sabiendo
que más tarde, con certeza,
él transformará en ternura
lo que ahora es vehemencia
y acariciará su vientre
con erótica destreza.
Quizás lo haga por amor,
por ese amor que la ciega
y la llevó hasta sus brazos
en una tarde de fiesta;
cuando nada presagiaba
la inminente tragedia.
Él ahora la exhibe
como un trofeo de guerra
y la mima y la maltrata
a su modo, en la arena,
donde la encalló una noche
en medio de la tormenta.
Allí le mostró su furia
y la hizo prisionera
de la pasión tan versátil
que a diario le demuestra.
Ella, en cambio, a su suerte
se entregó sin resistencia.
Su osamenta derruída
pacientemente espera
las caricias en su vientre
por las mañanas serenas.
Y la playa, mientras tanto,
en su cicatriz alberga
aquel eterno romance
entre el mar y la goleta.
Jorge Emilio Bossa
No hay comentarios:
Publicar un comentario