CURITA PIADOSO
DE LAS MONTAÑAS
- A José Gabriel del Rosario
Brochero -
un corazón cansado
palpita cada vez más lento.
Los ojos del anciano enfermo están abiertos.
Todo es tinieblas,
no ven la luz.
no ven la luz.
Sobre su lecho, una cruz…
Afuera, el viento,
los pájaros,
las altas cumbres,
el río de agua fresca,
¡La vida!...
Adentro,
como una vela que se apaga,
agoniza el cura bueno.
¿Qué tienes en mente padrecito?
¿Dónde están tus pensamientos?
Ya no puedes detenerte
a la orilla del camino,
ni contemplar a las aves
que te endulzaban con trinos.
Ya no golpeas los ranchos,
buscando niños sufridos,
ni puedes fabricar ladrillos
con la mula y tus amigos.
¿Y esos labios que están quietos?
Eran alabanzas al Cielo
para pedirle al Señor
por los moribundos, enfermos,
por las pestes y el dolor.
Quisiste ser como ellos.
Sentir en tu propio cuerpo
las llagas de sus martirios.
Por eso, apóstol serrano,
curita piadoso de las montañas,
estás ahí, enfermo y pobre… apagándote…
Día de verano…
Hace mucho calor. No hay viento.
Todo es quietud,
el valle… tu corazón y tu sufrimiento.
Teresita Fava
de Maggi
Publicado en la Antología "Un mar de palabras"
Diciembre de 2015
Publicado en la Antología "Un mar de palabras"
Diciembre de 2015
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